El fútbol tiene varias aristas en las cuales apoyarse, y
cuando un equipo va en búsqueda de su mejor papel, el orden y el oficio deben
estar a la altura de las circunstancias. Y en eso se cimentó ayer Independiente
de Castelli para ganarle en el Estadio Municipal a un Social que arrancó bien,
pero que se fue desdibujando hasta caer vencido definitivamente.
Social venía precedido de dos caídas y una imagen pobre.
Independiente era todo lo contrario. Y todo continuó por los mismos carriles,
aunque el conjunto de Damián Cejas arrancó ganando de movida con un gol de
Gonzalo Soria a los 3 minutos. Parecía el renacer del conjunto de la calle
Mitre, pero enseguida se topó con la realidad y la aparición de la ferocidad
goleadora de Sergio Poveda, que a los 9’ puso las cosas iguales.
Con ese empate transitorio se iría el primer tiempo, donde
ambos cayeron en significativas lagunas futbolísticas que terminaron aburriendo
en esa parte, porque el arranque de la etapa complementaria mostraría la
ambición de Independiente primero y las ganas de Social después, y la estupenda
tarea de Emanuel Armendi para defender la victoria del Rojo.
Un preciso y precioso tiro libre de Ignacio Bidart, rompió la
monotonía que traía el partido a los 3 minutos del segundo tiempo, dándole las
fuerzas suficientes a Independiente para animarse a más. Así fue que arremetió
contra un Social que mostró su peor parte, y que a los 6’ tuvo un penal en su contra
que con la efectividad de siempre Sebastián Suárez transformó en un 3 a 1, que a esa altura parecía
lapidario.
El resultado quizás era abultado, pero era el premio para un
Independiente que supo aprovechar cada resquicio que le había dado Social, que
no se entregó y se levantó enseguida. La reacción de los conducidos por Damián
Cejas fue llamativa, y empezó a gestarse cuando Juan Pablo Suárez descontó a
los 15 minutos, cuando aún quedaba mucho.
El 2-3 envalentonó a Social, que empujó y fue, desperdició
algunas y chocó con la figura enorme de Emanuel Armendi, vital también en el
andamiaje de un Independiente sobrio, al que no le sobró nada pero que tuvo
oficio, orden y goles a la hora de abrochar un resultado que necesitaba.