Tremendo.
Emotivo y cambiante. Con todos los ingredientes que el público quiere ver en un
partido final de dientes apretados, con dos equipos que se entregaron en pos de
una idea de lo que tienen que hacer. Nadie se puede haber ido insatisfecho, ni
de un lado ni del otro, y menos aún los muchísimos neutrales que ayer ayudaron
a que el Estadio luciera como en sus mejores tardes, pintando un estupendo
marco.
La
mueca risueña se la llevó Ever Ready, porque perdía 3 a 1 y culminó elaborando
una levantada formidable para terminar 3 a 3 y volver a vivir en un rato.
Independiente masculló bronca porque había tenido al campeón de rodillas y no
se animó a ejecutarlo. Pero igual se fue tranquilo, sabiendo que aún puede.
Cada
uno con su librito. Por eso salió un partido lindo y abierto. Independiente
tuvo en Spinelli a su termómetro desde la mitad de la cancha, y la sapiencia de
Cámara para mostrar siempre el camino. Ever Ready apostó a la presencia de
Alday, la ayuda de Gelmini y el sacrficio de Salinas para no entregarse nunca.
Con
el guante del 10
La
zurda mágica de Franco Gelmini entró bien despierta. Apenas iban 3 minutos
cuando tuvo un tiro de esquina desde la derecha y ejecutó como siempre. Envío
lleno de rosa y veneno, el arquero Cordero que choca con Poveda y la pelota que
entra para que rápidamente Ever Ready empiece a manejar los hilos con una de
sus fórmulas más aceitadas: la pegada del 10.
Al
rato y otra vez por la misma vía, Ever Ready casi pone el golpe de nocaut, pero
increíblemente la pelota dio en el travesaño, rebotó en Sebastián Suárez y
salió rebotada desde la mismísima línea de sentencia, con el defensor metido en
el arco.
Era
el peor momento del Rojo, que perplejo vio como a los 19’ otra vez Gelmini casi
le rompe las manos a Cordero, que dio rebote y fue salvado por Polo, que
despejó ante la entrada de Salinas. La caída parecía acentuarse con la correcta
expulsión de Pascua, que “pasado de vueltas” vio la segunda amarilla en apenas
23 minutos.
Cuando
el mundo parecía venirse abajo para los castellenses, llegó la redención.
Escapada como en sus mejores tiempos de “Bombón” Ayala por izquierda, centro a
tres dedos y palomita en genial definición de Alfredo Cámara, para decirles a
todos en 26 minutos: “acá estamos nosotros. Vamos que no pasa nada”.
Y
empezó otro partido. Con el gol, los de Carlos Lucero tomaron impulso y Ever
Ready inexplicablemente se vio superado por el ímpetu visitante. Independiente
se hizo siempre del balón. Cámara fue cerebro y Spinelli patrón del medio.
Barrios empezó a influir con su velocidad, aunque jamás pudo encontrarse con el
perdido Poveda, y así se quedó siempre en amagos.
Cuando
la pelota no entró
Pese
a pasar sus peores momentos, el local siguió llegando y siendo punzante. Pudo
haber aumentado, pero no la embocó. A los 27’ Salinas llegó con peligro, pero
su remate dio en la parte exterior de la red. A los 31’, el 9 hizo una
fantástica jugada individual, pero su definición se fue apenas al lado del palo
izquierdo de Cordero, que no sabía a quién retar a esa altura. Y hasta desde
lejos tuvo la suya el blanquinegro, con un remate de Alday que se fue apenas
alto.
Dicen
que los goles que se erran en un arco, se sufren en el de enfrente. Y el axioma
se cumplió a rajatabla. En el primer minuto de descuento, y cuando Ever Ready
también se había quedado con diez por la expulsión de Muñoz (la segunda
amarilla fue desmedida), Independiente se topó con el segundo gol,
injustamente. Después de un corner, hubo un sinfín de rebotes, y entre tantas
piernas apareció Sebastián Insua para estampar el impensado e inmerecido 2-1.
Los
goles no se merecen, se hacen. Por esa sencilla razón, la realidad le dio un
duro golpe a Ever Ready, que acusó el impacto y salió desinflado al segundo
tiempo. Tuvo alguna chance menor, pero de movida fue Independiente que mostró
su mejor cariz, bien plantado atrás y sostenido desde el trabajo incansable de
un mediocampo rendidor. No obstante, Cordero mostró sus virtudes sacándole un
tiro libre a Alday primero y cortándole un avance a Gelmini cuando llegaba
Salinas.
Iban
17 minutos cuando Barrios y San Martín elaboraron una pared soñada, que terminó
con el remate apenas alto del volante, que había reemplazado al lesionado Polo,
víctima del juego fuerte que empezó a aparecer y que no fue merituado por el
árbitro Montoya. El mismo camino siguió Gigena al rato, debiendo dejar el
partido reemplazado por Traverso.
Todo
parecía de Independiente pero…
Promediando
el complemento, el juego no daba respiro y era de ida y vuelta. Nadie podía
cometer errores a esa altura, y a las ganas de Ever Ready se le contrapuso la
efectividad de un oponente eficaz. Díaz, que pocas veces encontró su novedosa
posición de volante central, perdió la pelota en el medio y desde allí nació la
contra que terminó en el 3-1 que marcó Barrios con su habitual solvencia a los
25 minutos.
Pero
el campeón es el campeón. Tiene chapa y jerarquía. Y lo anda exhibiendo a cada
rato. Apenas 60 segundos después del 1-3 en contra, pudo recuperarse con una
soberbia definición de Alday desde la puerta del área grande. Al conesino le
llovió la pelota y prácticamente acostó su derecha para empalmarla con alma y
vida, dirigiéndola certeramente al arco.
Quedaban
menos de 20 minutos y Ever Ready fue una tromba, y aunque se expuso en varias
fue a buscar el empate. A los 32’ casi lo consigue, pero Cordero le tapó el
disparo a Gelmini, después que éste se la llevara groseramente con el brazo sin
que Montoya lo advirtiera. Un minuto después, el 10 frotó la lámpara, y desde
la esquina derecha volvió a hacerlo: corner cerrado y golazo en el segundo palo
para el 3-3.
Emocionante
y heroico, con toda la tribuna blanquinegra rendida a los pies de un verdadero
mago, que sacó otra vez a relucir su zurda enguantada para darle vida a un Ever
Ready que supo cómo levantarse frente a un rival que quedó atónito, dejando
pasar una oportunidad única.
No
quedó nada dicho, pero los 90 minutos de ayer dejaron mucho. Queda una nueva
historia el domingo próximo, en la que Ever Ready está obligado a triunfar. Si
no es así, la gloria se quedará en Castelli. Será otro partido a pleno fuego,
seguro.
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