martes, 12 de agosto de 2014

Algunas razones para entender a un campeón

¿Por qué siempre gana Ever Ready? La pregunta a esta altura está instalada en el mundo del fútbol local, porque parece aburrir con tanto predominio, y porque su hegemonía hace que todo sea monótono. Hay varias aristas para destacar de este notable equipo, que más allá de brillos individuales y colectivos se ha instalado por encima de todos desde mediados de 2012 a esta parte.
Para entender parte de todo esto, vale partir de la premisa de que Ever Ready es, por sobre todas las cosas, un club de fútbol. Nació así en 1920, y así debe interpretárselo. La entidad de la calle San Martín vive y respira fútbol, independientemente que en los últimos tiempos le haya dado un impulso gigante a otras actividades.     
Afuera, un equipo de trabajo
Siempre se dice que un campeón nace desde una base sólida, apoyada en el famoso trípode dirigentes – cuerpo técnico – jugadores. En Ever Ready funciona todo aceitadamente, y desde allí los logros son entendibles. La CD del club ha cedido responsabilidades de organización y ejecución a la subcomisión de Fútbol, que se encarga de reunir fondos y luego administrarlos según las necesidades, con el consenso de los directivos.     
No escapa al entendimiento de nadie que el blanquinegro es un equipo “caro”, que tiene muchas figuras de primer nivel local. Es casi un seleccionado, pensado en su momento con los cañones apuntando a lo que fue el Argentino B, que por cuestiones políticas, institucionales y económicas finalmente no se pudieron dar, porque el desafío de la empresa quedó inalcanzable a mitad de 2013.
Pero además esa política de sumar figuras y armar un equipo todopoderoso, cayó de perillas en un grupo que conjugado con el cuerpo técnico da muestras de unión indisimulable. Esto potencia al equipo en la cancha. Se ven pocos reproches, nadie pone mala cara en las decisiones tácticas y cuando llegaron otros nombres (Suárez, Alday, Muñoz, Silva y Taylor, por caso) nadie hizo objeciones, o al menos no las hizo notorias.
La decisión de apuntalar esta especie de Dream Team ha ido en detrimento de los valores surgidos en el club, es verdad. Eso genera cierto malestar, adentro y afuera. Contra eso debieron, deben y deberán seguir lidiando quienes llevan adelante el barco. Como contrapartida a voces contrarias al proyecto, los éxitos acallan en parte todas las controversias de propios y extraños. La irrefutabilidad de los números tienen el valor de acallar cualquier crítica.
      
En la cancha, un equipo superior
La brillante senda comenzó a transitarla a mediados de 2012, y hasta la última consagración del domingo, Ever Ready fue haciendo un camino pocas veces visto, por lo exitoso. En ese andar jugó 66 partidos, de los cuales ganó 40, empató 16 y cayó solamente en 10 ocasiones, con una alta efectividad del 68 %. En esa serie anotó 122 goles (1,8 de promedio) y recibió 56 (0,8).
Vayamos ahora al plano futbolístico, sustancial en todo esto. Y volvemos a la pregunta, ¿por qué siempre gana Ever Ready? Lo primero que se puede decir es simplemente porque tiene el mejor equipo, y porque ha logrado sostenerlo a pesar del paso del tiempo. Es más, parece haberse potenciado con la llegada de otros nombres, que dicho sea de paso no se sumaron en vano.
Cuando a mediados de 2012 Matías Ranieri se fue del club, a la sorpresa se le agregó preocupación, porque se miró hacia abajo y no había reemplazante. Llegó Guillermo Hernando, demostrando de a poco ser el mejor arquero que ha pasado por la Liga en los últimos tiempos. Y cuando “Toto” se fue llegó Claudio Tejeda, respondiendo siempre con sobriedad hasta que su lesión lo marginó, permitiendo el regreso del ex Gimnasia.
Atrás el equipo mantuvo una línea de juego, con Alfredo Díaz, Marcelo Vallejo y Gonzalo Milano. Como centrales hubo algunos cambios de nombres con Hugo Moltoni, Lucas Speroni y el regreso de Sebastián Suárez, que con años encima y el físico a medias, mostró con temperamento cómo llevar un equipo adelante y ordenarlo, desde lo futbolístico hasta lo anímico. Para este año se sumó Facundo Muñoz, adueñándose del lateral izquierdo.
Jonathan Márquez es sin dudas el mejor volante central del fútbol dolorense. Lo viene demostrando hace rato. Suele decirse y escucharse que “cuando él juega bien, Ever Ready juega bien”. Y es real. El quite, el pase justo, el manejo de los tiempos y la adaptabilidad hacen de él un jugador completo. En esta parte de 2014 tuvo que aprender a jugar prácticamente de nuevo, porque Irazábal le puso al lado al fenomenal Jorge Alday, que no brilla, pero rinde para el equipo. Entre ambos se complementaron fantásticamente.
Poco puede agregarse de Franco Gelmini, que aunque con sus lagunas siempre se hizo un lugar para destacarse con sus pinceladas y sus goles. Fue el máximo anotador de la fase del “tetra”, marcando nada más y nada menos que 40 (0,60 de promedio por cotejo). Un monstruo que parece jugar y hacer jugar cuando se le canta la gana, marcando la diferencia. Hoy no hay otro como él.
A fines del año pasado y con el Torneo del Interior encima, Ever Ready coqueteó con Santiago Silva, quien finalmente se cruzó de vereda y levantó polvareda. Se fue de Social y llegó para ganarse un lugar, que siempre lo tuvo, peleándola con Federico Lanfranchi. Tuvo altibajos adentro de la cancha, pero demostró encajar bien en el grupo. Y eso es fundamental cuando se viene de afuera, y máxime del rival. Afuera y adentro, Silva es uno más, y es muy querido en el plantel.
En la delantera, Gabriel Salinas fue el punta de lanza ideal. Siempre dispuesto al sacrificio, fue el máximo anotador blanquinegro en el torneo recientemente logrado, con 9 goles. Un viejo conocido y debilidad del DT como Rolando Taylor cumplió cuando le tocó, lo mismo que Carlos Márquez, un laburador silencioso y siempre dispuesto.
Todos estos nombres propios, más otros que acompañaron siempre, como el de Gonzalo Milano, hicieron mancomunadamente un conjunto que basó en su fortaleza colectiva su manera de jugar, de planificar todo al detalle y de demostrarlo desde la parte física, también vital. A veces brilló cuando plasmó su idea, y otras veces lo hizo resistiendo cuando las cosas no salieron.

Con el tetracampeonato, Ever Ready no ha conseguido algo sencillo, y en los pergaminos tiene dos torneos cortos y dos largos, lo que agranda aún más el triunfalismo. Podrá seguir sumando si sigue su andar, y si los demás no se atreven a algo diferente le dejarán otra vez el camino abierto. Si el plantel sigue hambriento de gloria, la vía está allanada para engrandecer lo que ya se ha conseguido. En la noche del mismo domingo, los jugadores ya se atrevieron a soñar con el pentacampeonato. La puerta está abierta.

lunes, 11 de agosto de 2014

Un campeón que no brilló, pero que alcanzó el objetivo

No tuvo brillo, es verdad. Pero seguramente a pocos les importará, sobre todo a sus hinchas. El objetivo fue cumplido de todas maneras, porque a pesar de jugar mal –muy mal- Ever Ready volvió a darse la mano con la gloria y así alcanzó el ansiado tetracampeonato, ese umbral que siempre marcó el norte de este equipo que fue pensado para ir por otros objetivos, pero que por diferentes cuestiones terminó marcando y sosteniendo su superioridad en el plano local.
Otra vez con su chapa, con su mística inocultable y con una dosis de sufrimiento que fue el velo que descubrió el nerviosismo y la presión que sufrieron muchos jugadores, el conjunto de la calle San Martín sorteó al fin y al cabo otro partido durísimo, con Independiente siendo más claro –como en la ida- pero carente de agresividad en los metros decisivos.
En eso falló el Rojo, en no poder ni tener alternativas para terminar siempre en el efectivo pase largo de Cámara, que con experiencia y calidad aportó las mejores imágenes de un encuentro duro y áspero. Del otro lado, el trajinar de Alday y las ganas de Muñoz fueron los puntos altos de un Ever Ready opaco, con Márquez absorbido por Spinelli, Gelmini muy atado y Silva desbordando cuando pudo, careciendo de compañía.
Hizo casi todo mal el campeón, y la mano vino torcida desde arranque. A los 3 minutos el arquero Hernando mostró signos de dolor, y a los 11’ tuvo que ser reemplazado por Claudio Tejeda, que regresaba así tras su lesión de comienzos de temporada. Seguramente la variante obligada trastocó los planes del DT, que gastó un cambio impensado tempranamente.
La imprecisión reinó en Ever Ready, en una faceta totalmente desconocida. Muchos corrieron demás, se perdieron. Y en la vorágine pareció ser un poco más Independiente, que a los 30’ se puso en ventaja con un lindo gol de tiro libre de Alfredo Cámara, que tomó mal ubicado a Tejeda, quien después respondió con solvencia cada vez que fue requerido, como en esa de los 38’ cuando se jugó la vida en un mano a mano con Poveda que llevaba destino de gol.
La ventaja envalentonó algo a los castellenses, que se animaron pero sin ideas claras. Ever Ready resistió otra vez, y en el segundo tiempo llegó a emparejar las acciones cuando el conjunto de Tobio aminoró su marcha.
Tuvo algunas posibilidades en el complemento, pero fue el visitante quien a los 38’ tenía una clara con una escapada de Barrios, a quien Suárez bajó cuando se iba franco a quedar mano. Fue falta (¿adentro o afuera?), pero el árbitro Marino no la consideró. Bronca de un lado y alivio del otro, en la única polémica de un partido que mostró a un Independiente que vendió cara su derrota y a un Ever Ready en una de sus peores versiones, pero que así y todo no pudo ser derrotado para quedarse sin festejo.

Demostró este gran equipo que a veces no es necesario brillar para alcanzar un objetivo trazado. El ejemplo y el espejo puede tomarse de ese momento en el que Alfredo Barragán le entregó el trofeo “Expedición Atlantis” al capitán Alfredo Díaz. Los dos saben que el hombre puede, y que cuando se trazan metas no siempre los caminos estarán sembrados de rosas. A veces aparecen espinas, que lastiman, pero que no matan. Por eso Ever Ready jugó mal y perdió, pero fue campeón igual.