A
esta altura, ya debiera transitar otro sendero. Pero Ever Ready sigue
confundido, sin argumentos sólidos y sin fútbol, que es lo peor. Ayer fue
derrotado claramente por un Independiente de Castelli que fue mucho más
práctico, y que con un juego simple y una propuesta sencilla le complicó el
panorama a los dirigidos por Sergio Irazábal.
Con
Franco Gelmini en la cancha, hasta acá Ever Ready no había sido un canto al
fútbol, pero al menos tenía alguien en quien descargar para que la pelota
descanse. Ayer no estuvo el 10 natural, e Irazábal decidió reemplazarlo por
Lucas Speroni, que lejos está de hacerse cargo de un equipo. De ahí en más, fue
siempre difícil encontrar un equipo armonioso, y donde la adversidad del
resultado fue acorralándolo hasta ahorcarlo al final.
Lo de
Independiente fue claro y sencillo. Ever Ready fue siempre a buscar a Alfredo
Cámara, pero apareció Gabriel Barrios, que con su velocidad se cansó de dejar
en evidencia a la floja defensa local, una línea que quedaba siempre en evidencia
porque perdía insistentemente en el medio con el correcto trabajo de un ex hombre
del club como Federico Minasso.
Barrios
fue por derecha y ganó, se cambió a la izquierda y siguió ganando. Fue un
infierno, y aprovechó a los 25’
el tremendo error de Fernández, que dejó pagando a su arquero Aristu (reemplazó
correctamente al lesionado Ranieri) y el delantero le birló el balón para
habilitar a Cámara, que en soledad puso en ganancia a los castellenses.
Con
Independiente mostrándose siempre mejor, del lado de Ever Ready sólo podía destacarse
el orden de Márquez y las ganas de Díaz, pero nada más. El Rojo fue
visiblemente superior cada vez que se lo propuso, y ni bien comenzó el segundo
tiempo Barrios volvió a desnudar las falencias defensivas blanquinegras. El
veloz delantero recibió un preciso pase de Poveda y tomó “enganchado” a Milano.
Corrió y enfrentó a Aristu, para con tranquilidad estampar el 2 a 0 a los 12 minutos.
Quedaba
mucho tiempo por delante, pero Ever Ready sólo apeló a lo que le salió, que fue
escaso y nada lúcido. No tuvo dinámica ni astucia, y se repitió siempre. Pese a
ello exigió en un par de ocasiones al siempre seguro Armendi, que agigantó su
imagen permanentemente para terminar de configurar una buena vcitoria de
Independiente.
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